Situación de la gestión comunitaria desde la labor de los comités de agua en México

Escrito por Brenda Cruz

10 febrero, 2022

El agua es un elemento que debe estar al alcance de cada uno de los pueblos y/o comunidades del mundo por ser una necesidad vital y por su importancia en las actividades de la dinámica social. Ante esto, en México, como en otros países de América Latina y el mundo, emergen maneras distintas de gestionar el agua para que sea suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible a todas las personas. Estas maneras distintas y diferentes de gestión del agua se deben a las características hidrográficas del territorio, su heterogeneidad y su diversidad cultural.

El abastecimiento de agua en las ciudades está a cargo de los organismos operadores, y de acuerdo al artículo 115, debe cumplir con el ciclo urbano del agua:

  • el suministro de agua para el consumo de la población,

  • el servicio de drenaje y alcantarillado,

  • el servicio de tratamiento y disposición final de las aguas residuales.

Asimismo, el organismo operador puede o no estar descentralizado del municipio, por lo que se permite, en términos generales que los servicios de agua se presten por un:

  • Órgano privado: cuando un actor o actores suministran y proveen el agua, con un enfoque empresarial;

  • Órgano público: cuando el gobierno federal, estatal o municipal y sus organismos públicos lo realizan directamente;

  • Órgano comunitario: cuando los habitantes de un específico contexto se organizan  y aseguran el agua a la comunidad.

Esta última manera de gestión es de particular importancia porque las personas se organizan de manera colectiva, autogestiva y autónoma; suelen atribuirse el nombre de comités comunitarios de agua. Sin embargo, los comités se enfrentan a problemas que limitan su administración en cualquiera de los servicios antes expuestos. 

La limitación de la gestión comunitaria por parte de los comités de agua proviene, en primer momento, porque no son reconocidos jurídicamente, y ello a su vez tiene relación con la poca o nula concordancia entre los marcos normativos del país con los marcos culturales de usos y costumbres de los distintos comités, que mayoritariamente se encuentran en ambientes rurales.

Como segundo momento, se encuentran algunos problemas derivados de la cosmovisión del agua por parte de las comunidades, que frente a una visión mercantilista o extractivista del recurso, el agua es un bien común que engloba más aspectos de la naturaleza que habría que tomar en cuenta. 

Finalmente, existen problemas relacionados con los procesos internos de los comités para abastecer el agua a todas las personas usuarias, a continuación se enuncian algunos:

a.  se habla de criterios específicos para incluir a más personas en las tomas de agua de una comunidad;

b.  del sentido de pertenencia, y por ello de la identidad, para propiciar un involucramiento idóneo en la organización del comité;

c.  de la ausencia de participación de las mujeres y un abordaje poco equitativo con respecto a la toma de decisiones sobre temas de agua; 

d.  de la capacidad económica y en consecuencia de la capacidad operativa, técnica y de mantenimiento de los sistemas para evitar problemas de abastecimiento de agua segura. 

Ante esta serie de problemas, no es de menor interés para la nación mexicana la labor de los comités de agua. El reconocimiento de las dificultades en la gestión y administración comunitaria puede fortalecer tanto a los comités como al propio gobierno federal, en la administración del agua si lo que se busca es garantizar el derecho humano al agua desde una mirada intercultural e interinstitucional. 

El reto para México es que distintas perspectivas alcancen un bien común, el cual implica que toda la población tenga acceso al agua, sin distinción en el tipo de zona, rural o urbana, y en el que las distintas gestiones sean válidas y colaboren, pues como se observa la gestión no es homogénea pero la finalidad es similar.

 

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